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EN BUSCA DE LA SABIDURÍA

El ser humano ha estado en constante cambio, en búsqueda de más y mejor información; se cree tener el mundo en las manos pues millones de datos entran al cerebro con un solo clic; de tal forma que la autogestión y la autodidacta conducta contemporánea, prefiere creer que sabe de todo; y al saber de todo, supone entender de todo un poco, y el entender mantiene la autosuficiencia que conlleva al individuo a estimar una cierta sabiduría propia.

Es ese solo clic, que queda corto en el proceso de al menos entender un tema específico; por tal motivo es importante comprender cuál sería el paso a paso, sin entrar en metodismos, de encontrar la sabiduría; para llegar a ese juicio optimo, que pudiese evidenciar el profundo conocimiento del aquel tema, cualquiera que sea.

Para no solo quedarse con lo que hoy ofrece la red, y en el peor de los casos, creer en todo lo que ofrece esta gran maraña de datos, se requiere primero usar un colador especial, tomar lo importante y desechar lo que no agrega valor; para este proceso existen modelos de análisis de datos e información, entre los cuales está el DIKW.

La pirámide DIKW, invita a conectarse de forma sistémica, ordenada y estructurada a participar de forma efectiva en la gestión de conocimiento, esto llevándolo no solo en términos empresariales sino también académicos y sociales.

Cada nivel, Datos (Data), Información (Information), Conocimiento (Knowledge) y Sabiduría (Wisdom); que de forma estructural lo presenta Jonathan Hey, insta a reconocer que está inversamente relacionada la calidad con la cantidad, es decir a mayor cantidad de datos, es menos la calidad de sabiduría.

Entonces, ¿qué hacer con los cientos, por no decir miles, de datos (Data), que se manejan en una organización?, la comprensión del proceso de la gestión del conocimiento lleva al individuo a segmentar, organizar, delimitar, reducir y enfocar la cantidad de datos y llevarlos al siguiente nivel que es la información.

En segundo lugar, según el Breve diccionario etimológico de la lengua española[1], la palabra Información (Information), viene de informar, que esta a su vez viene del latín informare, que significa: dar forma; entonces, hay que entender que las bases de datos, deben pasar por un proceso de formación; es decir, declarar cual es el alcance, que agrega valor y como deberá estar organizada.

Esto lleva a comprender que cierta cantidad de datos, cualitativos o cuantitativos, simplemente pueden ser pretextos de información, fuera de contextos.

La importancia de asimilar este sentido etimológico, abre el concepto de información; ya no es otro dato más que llega al cerebro del individuo, si no que ya tiene una estructura basada en datos recolectados con anterioridad.

Por tal motivo, es indispensable conocer cuál es la fuente de la información que se requiere para ciertos temas; un ejemplo claro es la gran influencia de la desinformación por medio de datos no verídicos; los usuarios de las redes sociales han sido presos de las emociones que contiene noticias o informes sin datos verídicos; y aquí se demuestra ese clic que no ha permitido al colectivo de personas alcanzar ese buen nivel de conocimiento, ya que se reciben datos fuera de contexto que desinforman.

Si se lleva este caso al nivel empresarial, se podría entender cómo es que se han tomado malas decisiones en las organizaciones; de ahí la importancia de la credibilidad de los datos tomados en los procesos que intervienen en el objeto social de las empresas; productividad, gestión, ventas, accidentalidad, proyecciones, etc.

Ahora bien, el siguiente nivel por supuesto va más allá de tener datos y de estos generar información, llega el conocimiento (Knowledge), que es la acción o resultado de conocer; para ello según los estudiosos de la teoría del conocimiento, el empirismo hace referencia del conocer por medio de la experiencia, también entra al juego la educación; entonces esta se construye sobre la información y así de esta manera crea un contexto a la compresión de un tema específico.

Este tercer nivel, lleva a la persona o equipo de trabajo, a tener la capacidad de tomar varias fuentes de datos, estructurarlas, jerarquizarlas y analizarlas, para extraer información y enlazarlas para consolidarla en una fuente de conocimiento, especialmente soportado en la experiencia, de modo que los lleve a tomar decisiones basados en lo anterior.

Se observa como este proceso, procura mostrar una escalera hacia el último nivel, en búsqueda de la sabiduría (Wisdom); y es este mismo culmen a donde se concentra un mayor nivel de atención y foco, esta estructura piramidal, fundamenta su base en gran cantidad numérica para al final terminar con conceptos claros y profundos.

La punta del Angulo, invita a pasar de lo teórico a lo práctico, a tomar el conocimiento y aplicar acción sobre él, es decir, tomar las decisiones correctas soportadas en el proceso de la recolección de datos, la estructuración de la información y el análisis de las mismas, generando conocimiento efectivo y al final desarrollar la habilidad de aplicar todo lo anterior y generar conclusiones propias con la capacidad de reflexionar sobre un tema en particular.

Es de esta manera que se pude concluir, que falta más que un clic; el proceso formativo de las nuevas generaciones, deben estar cargadas de modelos como este, donde no solo se sature de datos e información en las escuelas, sino que además se active la capacidad crítica y de análisis, entendiendo que van a ser los futuros profesionales que dirigirán las organizaciones públicas o privadas de la nación y que en sus hombros reposa la gran responsabilidad de tomar decisiones.

Esto tiene que impactar de tal forma que sea una necesidad evaluar qué sistema educativo se tiene actualmente; y si este es el apropiado; y si se toma en el sector empresarial, la pregunta sería si desde la gestión del conocimiento se general estrategias acordes que impulsen a cada organización a cumplir sus metas.

Para finalizar, queda la pregunta reflexiva que cada uno haría en sus mentes ¿cuán sabio soy?

[1] GÓMEZ DE SILVA, Guido, Breve diccionario de la lengua española. México, Fondo de Cultura Económica 1988. P.377

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